El loismo es un vulgarismo que aparece en algunas formas del español hablado. Está considerado por la Real Academia de Lengua Española como una incorrección gramatical. Se produce el utilizarse lo en sustitución del pronombre personal le cuando ejerce el papel sintáctico de complemento indirecto. Es loismo, por ejemplo, decir: “cuando recoja a los niños del parque, los llevaré la merienda”. Pero me temo que en España estamos bajo los efectos de otro “loismo” que es como se me ocurre denominar al conjunto de leyes educativas que, en forma de catarata, se suceden desde hace tiempo. En 1985 entró en vigor la LODE, Ley Orgánica del Derecho a la Educación, que no suponía una modificación en los elementos fundamentales de la Ley General de Educación, implantada por el ministro Villar Palasí en las postrimerías del franquismo y que dio lugar al nacimiento de la EGB. Los cambios de la LODE se centraban fundamentalmente en la financiación del sistema educativo. Cinco años más tarde hizo acto de presencia la LOGSE -bajo el mandato de Felipe González, siendo ministro de Educación Javier Solana-. Cinco años después, siendo presidente todavía Felipe González, otro de sus ministros de Educación, González Pertierra, alumbró la LOPEG, Ley Orgánica de Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros Educativos, que introdujo importantes modificaciones, aunque mantenía las estructuras logsianas. Siete años después, en el 2002, quedó redactada la LOCE, Ley Orgánica de Calidad Educativa, siendo ministra Pilar del Castillo, bajo el gobierno de José María Aznar. A la LOCE le ocurrió como a la Constitución de 1856, a la que se conoce en nuestra historia como la Nonata (non nata). Dicha Constitución se redactó, pero no entró en vigor al caer el gobierno progresista que la había impulsado. La LOCE fue una ley nonata. No llegó a entrar en vigor, el ser fulminada por José Luis Rodríguez Zapatero mediante decreto ley, en 2004. El susodicho no se privó de obsequiarnos con una nueva ley de educación, fue la LOE, Ley Orgánica de Educación, en la que se contemplaba una asignatura denominada Educación para la Ciudadanía. Ha estado en vigor hasta hace un par de años en que, con Mariano Rajoy en la presidencia del Gobierno, se ha redactado una nueva Ley de Educación, la LOMCE, Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa, también conocida como Ley Wert, en alusión al ministro que la impulsó. Le ha ocurrido casi lo mismo que a la LOCE de Pilar del Castillo, apenas ha nacido está muerta, sin que haya llegado a aplicarse en su totalidad.
Los estragos causados por esta larga serie de leyes que, al tratarse de legislación orgánica, hacen que sus siglas empiezan en todos los casos por LO… nos recuerdan al loismo -uso indebido del artículo lo-, que algunos denominan como una patada al diccionario. Las mismas patadas que llevan décadas propinándole al sistema educativo nuestros gobernantes que se han mostrado incapaces, al menos hasta el momento, de alcanzar un acuerdo de mínimos en tan importante cuestión. El prestigio del profesorado anda por los suelos, el desánimo cunde en las aulas, el fracaso escolar alcanza niveles algo más que preocupantes. El día del maestro, fijado para el pasado sábado día 27, ha transcurrido casi desapercibido en los medios de comunicación ¡Otro gallo hubiera cantado si se hubiera tratado el día de los cocineros, no hay más que ver el trato informativo dado a las estrellas gastronómicas otorgadas por cierta entidad sólo hace unos días!
(Publicada en ABC Córdoba el 30 de noviembre de 2016 en esta dirección)